Hace varios meses, recibí una comunicación del Museo de Santa Cruz informándome que las recetas de mi abuela Cecilia habían sido preservadas en su archivo y estaban dispuestos a entregármelas. La sorpresa que experimenté fue indescriptible; ignoraba la existencia de tales recetas, dado que mi madre falleció a una edad temprana y nunca me transmitió esa información. Desde el momento en que tuve conocimiento de su existencia, he estado organizando todos los aspectos necesarios para recibir con la dignidad que merece este invaluable legado. Aunque mi relación con ella fue breve, su nombre es motivo de orgullo en mi vida. A pesar de la emoción que me embargan, tengo la firme intención de recibir estas recetas antes de que finalice septiembre. Estoy convencida de que el homenaje más significativo que puedo rendirle es honrar su memoria a través de la preservación de su legado culinario. Planeo crear un menú para la Casa Verna que incorpore todas estas recetas, las cuales, en un futuro cercano, serán un deleite en nuestras listas estelares. Confío en que el nombre elegido sea de su agrado.